¡Es un error de sistema! ¡El sistema es difícil de usar! ¡Desde que pusieron el sistema todo ésta mal! ¡Era mejor hacerlo como antes… aquí no encuentro las cosas! ¿Cuántos de nosotros no hemos escuchado estas frases?
Por experiencia sabemos que uno de los principales retos que enfrenta cualquier sistema, al momento de lanzarlo a producción o al ser usado, es precisamente pensar en quienes lo van a utilizar y su contexto de uso.
En la mayoría de las ocasiones, la falta de una adecuada planeación en el diseño del programa, interfaz y lógica de funcionamiento del sistema, genera problemas de productividad del mismo al ser usado. Frente a este escenario, podemos llegar a preguntarnos: ¿de qué planeta habrá sido el que creó este programa? Ya que estamos francamente convencidos que para un uso humano no lo es, o al menos para nosotros no lo es.
¿Posiblemente quienes desarrollan los programas están tan alejados del usuario real y su contexto? ¿Posiblemente cuando se desarrolla un sistema lo importante es una interfaz gráfica vistosa?
Hoy día existen formas de lograr sistemas amigables al usuario que resulten adecuados a sus necesidades y a su entorno. Por lo que el método de diseño orientado a metas, así como el análisis contextual, parecen ser propuestas factibles para realizar un diseño “más real”; usados por empresas que auxilian las industrias a lograr productos exitosos. Ambas propuestas buscan a través de un acercamiento empático con el usuario, su contexto y sus necesidades, dar a los desarrolladores escenarios de uso más apegados a la realidad para realizar sus creaciones una notable diferencia.